Educación: la prioridad postergada
Es difícil para los ciudadanos pensar en el largo plazo y darle prioridad a proyectos que requieren planificación que debe ir más allá de uno o dos períodos de gobierno.
A pesar de la magnitud del problema, la educación no figura entre los principales temas de preocupación de la opinión pública. En los últimos 30 años la agenda de los argentinos giró en torno a la inflación, el desempleo, la inseguridad y la corrupción.
Para la mayoría, las principales preocupaciones tienen que ver con asuntos que requieren respuestas y gestos políticos inmediatos. Es difícil para los ciudadanos pensar en el largo plazo y darle prioridad a proyectos que requieren planificación que debe ir más allá de uno o dos períodos de gobierno - como sería el caso del proyecto educativo - y cuyos efectos no siempre se ven en el corto plazo.
El agravamiento de los problemas urgentes ha desplazado la trascendencia de la educación. Ya en 2014 (11 años atrás) escribí una nota destacando este problema que aún persiste sin solución. Es hora de que tomemos conciencia.
Existe una disociación entre la evaluación del sistema educativo en general y la valoración de la educación que reciben los propios hijos. Una encuesta de Voices de 2022 mostró que 50% de los padres consideraba que la educación en Argentina era buena y 50% la evaluaba negativamente, pero al referirse a la calidad de la escuela de sus hijos el 78% respondía positivamente. De manera similar, un estudio de CIS-UADE junto con Voices en 2024 indicó que 74% de los padres evaluaba positivamente el rendimiento en lengua de sus hijos y 64% el de matemática.
Esta discrepancia responde a lo que en comunicación se conoce como Third Person Effect, la tendencia a creer que un problema afecta a los demás, pero no a uno mismo. Así, parecería que la sociedad argentina no tiene plena conciencia de la gravedad de la crisis educativa, a pesar de los magros resultados obtenidos en pruebas nacionales como Aprender e internacionales como PISA.
Recientemente se dieron a conocer los resultados de Aprender, una evaluación nacional que releva información sobre el aprendizaje de los estudiantes en áreas prioritarias de la educación obligatoria. En secundaria se aplica a los alumnos del último año. La última se realizó el 24 de octubre de 2024 en todo el país, con la participación de 11.846 escuelas y casi 380.000 estudiantes.
La prueba evalúa lengua y matemática y, al igual que en años anteriores, los resultados muestran una baja performance de los estudiantes argentinos y una persistente brecha entre ambas disciplinas. En lengua, el 58% obtuvo un nivel satisfactorio mientras que el 42% no superó el básico. En matemática, la situación es todavía más grave: el 83% no supera el nivel básico y solo el 17% alcanza un nivel satisfactorio. Esto revela la necesidad urgente de un progreso importante en ambas materias y sobre todo en matemática.
El diagnóstico evidencia, además, profundas desigualdades. En lengua, el 73% de los estudiantes de escuelas privadas alcanza nivel satisfactorio o avanzado, frente al 51% de los de gestión estatal. En matemática la brecha es aún mayor: 24% en privados contra apenas 9% en estatales.
También se observa que los estudiantes de zonas urbanas superan a los rurales: en lengua, 59% frente a 44%, y en matemática, 46% frente a 34%. Las diferencias más determinantes se dan según nivel socioeconómico. En lengua, el quintil más alto alcanza un 72% de desempeño positivo, mientras que en el quintil más bajo apenas llega al 43%.
En matemática la distancia es aún más dramática: 28% con resultados satisfactorios en el quintil superior contra solo 5% en el inferior, lo que implica que el 95% de los alumnos de nivel socioeconómico bajo no supera el nivel básico. Por eso para quebrar la brecha de la desigualdad la educación es la clave.
Hay muchos factores que están asociados al rendimiento. Los aprendizajes sin duda dependen del aula, pero también de trayectorias previas y del entorno. Entre otros factores, la sobreedad está asociada a peores desempeños. Rutinas claras y regulares se traducen en mejores resultados. Una mayor carga horaria y la estabilidad en la dirección escolar correlacionan con mejores desempeños. La desigualdad digital limita seriamente las oportunidades de aprendizaje.de los sectores vulnerables.
Estas evaluaciones son fundamentales porque generan información valiosa para la toma de decisiones. Sin embargo, en Argentina, aunque se realizan desde hace tiempo, no siempre se han traducido en acciones concretas.
En este sentido una buena noticia es el Compromiso Federal por la Alfabetización firmado en mayo de 2024 al que suscribieron 24 jurisdicciones provinciales. Desde la nación en articulación con todas las jurisdicciones del país se asumió el compromiso de trabajar de manera conjunta y sostenida para revertir esta realidad sobre todo que los chicos en el nivel primario aprendan a leer y escribir.
La educación es la política social más potente a largo plazo. Es por ello que la Academia Nacional de Educación el 5 de junio de 2023 realizo una declaración pública con recomendaciones para la recuperación de la educación escolar.
Mejorar su calidad y acceso es indispensable para el progreso del país y requiere la participación activa y el compromiso de toda la sociedad. Si Argentina no logra reducir sus brechas, la baja preparación de los jóvenes impactará en la productividad, la capacidad de inserción laboral y la desigualdad estructural. Apostar a la educación no es únicamente un compromiso con los estudiantes, sino con el futuro del país.