Casi 7 de cada 10 personas no sabe cómo actuar ante síntomas de un ACV
Es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad a nivel mundial. En Argentina hay unos 120.000 casos anuales. Sin embargo, una encuesta mostró que falta concientizar: casi el 70% dijo no saber qué hacer ante un accidente cerebrovascular. La información es clave, porque la atención a tiempo marca la diferencia.
El accidente cerebrovascular (ACV) es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad a nivel mundial. Afecta a una de cada cuatro personas en el mundo, y se estima que más de 100 millones de personas viven con secuelas. En la Argentina, el 64% de las personas consultadas en el marco del relevamiento “Los argentinos y los accidentes cerebrovasculares” dijo conocer a alguien que sufrió un ACV. El 4% indicó haberlo sufrido en carne propia. Sin embargo, casi el 70% admitió no saber cómo proceder ante la aparición de los primeros síntomas. Especialistas advierten sobre los riesgos de este desconocimiento, en el marco del Día Mundial del ACV, cada 29 de octubre.
Sólo el 32% de las 814 personas encuestadas dijo saber qué hacer ante un ACV. Un 39% admitió no tener idea y un 29% se mostró con dudas. Fue el resultado de un estudio realizado por la consultora Voices entre población de 16 a 65 años en distintas provincias del país, en el marco de la campaña ‘Actúa con Velocidad’. Apunta a concientizar sobre la importancia de detectar los primeros síntomas y buscar ayuda médica cuanto antes.
Cuatro horas y media
“Los resultados del relevamiento coinciden con lo que vemos habitualmente en nuestra práctica clínica. La gente no sabe cómo reaccionar”, lamentó Pablo Ioli, médico neurólogo y vicepresidente de la Sociedad Neurológica Argentina. “En ocasiones, los pacientes inclusive prefieren esperar a que se les pasen los síntomas y la realidad indica todo lo contrario: cuanto antes el individuo llegue a un centro hospitalario preparado para abordar el ACV, mayores serán las chances de tratar exitosamente el cuadro para evitar que deje secuelas o minimizar esas consecuencias. Las primeras 4 horas y media desde el comienzo de los síntomas son cruciales”, enfatizó el especialista. Por eso, además del rápido llamado a un servicio de emergencias, hay que tomar registro de la hora de inicio de los síntomas.
“Tenemos que insistir en que se pueda actuar sobre el episodio lo más tempranamente posible. Las 4 horas y media son un máximo reconocido internacionalmente, pero cuanto antes mejor. Diferentes trabajos muestran el enorme beneficio de actuar de inmediato, ya sea para destapar la arteria ocluida que está produciendo el infarto cerebral, en el caso del ACV isquémico, o detener el sangrado en los ACV hemorrágicos”, remarcó Virginia Pujol Lereis, médica neuróloga, Subjefa del Servicio de Neurología Vascular de FLENI.
La encuesta mostró también ambigüedad en relación a dónde pedir ayuda médica. Las respuestas se dividieron en que cualquier centro de salud puede ser útil ante un ACV y quienes apuntaron en sentido contrario. “En algún punto, todos tienen un poco de razón. Cualquier centro de salud es mejor que quedarse en la propia casa o en el trabajo; lo imperativo es llamar a Emergencias para que lo trasladen de forma urgente. Sin embargo, es muy importante trabajar para que los servicios de emergencia sepan que -ante un ACV- hay centros adecuadamente preparados, que cuentan con personal entrenado, procedimientos detallados, equipamiento específico -como tomógrafos o resonadores magnéticos operativos- y amplitud horaria para abordar esta urgencia médica, con neurólogos las 24 horas los 7 días de la semana; mientras que muchos otros centros lamentablemente no cuentan con todo esto”, contrastó Pujol Lereis.
Uno de cada cuatro
Cuando se les pidió a los participantes de la encuesta que enumeraran los síntomas que conocían sobre la enfermedad indicaron parálisis, debilidad muscular seguida por afasia y dificultad del habla y dolor de cabeza intenso. Pero un cuarto de los encuestados no supo identificar ningún síntoma.
“Es preocupante que en forma espontánea 1 de cada 4 participantes no haya podido referir siquiera un síntoma del ACV. Muchas veces, damos por sentado que la gente tiene determinados conocimientos sobre el cuidado de la salud, pero investigaciones de este tipo nos muestran que tenemos que seguir trabajando en concientización e información a la comunidad”, planteó Ioli. Y si bien destacó que “existen múltiples iniciativas en el país para mejorar la red de atención del ACV, ya sea desde hospitales individuales o provincias que tienen su propia ley y están avanzando en una tarea coordinada”, consideró que “una estrategia nacional representaría un enorme avance”. Meta difícil en tiempos de Estado Nacional ausente.
En cuanto a las posibilidades de prevenir un ACV, más del 40% de las personas encuestadas apuntó a la alimentación saludable y un tercio al ejercicio físico. Pero sólo dos de cada 10 hicieron referencia a los chequeos médicos. “Este es otro bache importante y nos genera el desafío de crear conciencia en la población: es alarmante que los controles médicos estén desvalorizados, así como que el 35% crea que no se puede hacer nada o desconozca las conductas saludables que pueden ayudar a su prevención”, apuntó Pujol Lereis.
Casi el 90% prevenible
En el marco del Día Mundial del ACV, la Federación Argentina de Cardiología (FAC) busca visibilizar aquello que se puede modificar para evitar el accidente y sus secuelas. “Realizando intervenciones en los factores de riesgo cardiovasculares modificables, incluyendo el control y manejo adecuados de las cifras de tensión arterial, la realización de actividad física regular, la dieta baja en sodio y evitar o disminuir el consumo de tabaco, son algunas de las medidas que debemos tomar. Esto, según la American Heart Association ( AHA) evitaría el 90% de los casos de ACV”, señaló Natalia Cristaldo, médica cardióloga integrante del Comité de Emergencias Cardiovasculares de la FAC. A estos factores se suman el control y manejo del colesterol alto, diabetes y obesidad.
Según datos difundidos en 2023, en el país ocurren aproximadamente 120.000 casos anuales, con 40.000 muertes y 40.000 nuevas personas con discapacidad cada año.
De acuerdo a la Cuarta Encuesta Nacional de Factores de Riesgo, más del 40% de la población padece hipertensión arterial. Según los especialistas, si se tiene una presión con valores de 140 de máxima y 90 de mínima se debe realizar un seguimiento para evitar complicaciones cardiovasculares futuras. Con valores ubicados por debajo, el riesgo de enfermedad cardiovascular disminuye.
El después
Las secuelas de un ACV pueden generar discapacidad temporal o permanente. Cerca de 4 de cada 10 personas que sufren un ACV desarrollan rigidez muscular. Entre las complicaciones motoras puede haber pérdida de movimiento muscular o parálisis, dificultades para hablar o tragar, pérdida de la memoria, dificultad para pensar y controlar emociones, dolor y/o entumecimiento en alguna parte del cuerpo afectada, y cambios en la conducta.
Los cuadros pueden ser de leves a graves e ir empeorando si no se inicia a tiempo un tratamiento específico para frenar y revertir su progresión. Sin tratamiento, el 27% de los pacientes desarrolla espasticidad a los 3 meses del ACV y la cifra asciende al 58% al sexto mes.
“Aquellas personas que hayan atravesado un ACV deben recibir rehabilitación con valoración y seguimiento pautados por un médico fisiatra, quien -junto a un equipo multidisciplinario- evaluarán el grado de rehabilitación que han alcanzado y el acompañamiento en la medida de evitar las complicaciones y secuelas propias. Esto es determinante y se encuentra estandarizado. Los médicos especialistas en medicina física y rehabilitación buscan sumar acciones para evitar la evolución natural sin intervención en las secuelas de ACV por falta de conocimiento o desatención”, sostuvieron desde la Sociedad Argentina de Medicina Física y Rehabilitación (SAMFyR).